Bueno, quizá también ande un poco romántico hoy (o alomejor bastante) pero es que me detengo a escribir sobre esto porque es una reflexión que suelo hacer casi todas las mañanas, más aún hoy, que me di el lujo de sentarme en una banca muy helada esperando que me abrieran la puerta de la sala... en ese momento no había nadie, sólo uno que otro auxiliar gris que iba y venía entre regar el pasto (que por lo demás está increiblemente cuidado) y sacar la busura...o por ahí los pájaros cantando en su idioma.
En fin, el punto es que entre otras cosas, si nos dieramos un poco de tiempo para reflexionar más a menudo respecto de cosas simples y bellas, podríamos inaugurar un nuevo estilo de pensamiento crítico, más sereno y alejado, que brote desde una conciencia tranquila y desprejuiciada, con un verdadero afán constructivo, cuestión que le hace mucho falta a esta sociedad... y por supuesto, a mi.